El Carnaval, además de alegría, suele despertar cierta nostalgia. Lo digo por mí, y por quienes me rodean. Cuando hablas de esta fiesta, siempre empiezas con un : ¿Te acuerdas el año… ? Y ahí se suman multitud de respuestas.
El año que llovió todos los días. El año que bajaste con la peluca rubia y volviste sin ella. El año que nos vimos a aquellas nadadoras de natación sincronizada. El año que me perdí y estuve solo/a toda la noche hasta que nos vimos en el Numancia. El año que se hizo de día y con el disfraz fui a trabajar de amanecida (el trabajo era en la Plaza de la Candelaria, no daré más señas) y volví a bajar con la excusa de que iba a por los periódicos, y seguí echándome unos bailes hasta que ya pasó el camión dichoso con la manguera, regando a los últimos rezagados de aquellos quioscos, con el sol ya en todo lo alto… Y así, que cada uno ponga la vivencia que quiera.
El paso de los años hace que veamos esos Carnavales con el orgullo de haber tenido cuerpo para aguantar un día tras otro y, en estos tiempos, la añoranza de rememorar todo lo maravilloso que hemos tenido la suerte de vivir. Porque llegado febrero, el chicharrero (como no lo hace nadie) para su agenda. Para su vida, con el fin de centrarse en el Carnaval. Hoy hablaba con una amiga que me decía: Yo me acuerdo de los años por el tema del que iba el carnaval entonces. Y es así. El año de Egipto, el año del Circo, el de la Fantasía… Y si esto le pasa a cualquier carnavalero, para aquellos que lo viven dentro de un grupo, esta sensación se multiplica hasta el infinito.
Porque llegado febrero, el chicharrero (como no lo hace nadie) para su agenda. Para su vida, con el fin de centrarse en el Carnaval.
Su carnaval comienza mucho antes, si es que en algún momento del año llega a terminar. Ahora que los ensayos se han visto paralizados, me ha dado por recordar esas noches de grabación en los locales y lo mucho que aprendí y me divertí, en este caso, con todos los murgueros y murgueras. Recuerdo un año que empezamos las visitas en Navidad, porque el carnaval era especialmente temprano. Y claro, lo que para mí era extraño (escuchar pasacalles y villancicos a la par), para ellos era normal, porque ya llevaban meses de ensayo. Lunes, jueves o viernes. Ahí estaban y dispuestos a aportar lo que hiciera falta a esos vídeos para que el espectáculo el día del concurso saliera redondo. Lo ves, especialmente, en los más pequeños cuando al bajar del escenario y acudir al backstage a hablar con ‘la de la tele’, lo que quieren es respirar y sacar pecho ante el trabajo que llevan haciendo tantos y tantos meses.
Vídeo: Laura Afonso en el backstage de la 3ª Fase de Murgas Adultas 2015 con La Traviata
Lo que hace girar nuestro Carnaval es el amor por la fiesta y ese nivel de compromiso de quienes la hacen posible.
Pero es que no importa la edad: lo he visto en agrupaciones musicales, rondallas, comparsas y coreográficas al igual que en las murgas, de grandes y pequeños. Lo que hace girar nuestro Carnaval es el amor por la fiesta y ese nivel de compromiso de quienes la hacen posible.
Foto: Backstage del Carnaval 2020 con componentes de la Comparsa Joroperos
Al final, el concurso es solo una excusa y en estos tiempos que corren lo sabemos bien. Pero bendita excusa para encontrarnos de nuevo sobre el escenario. Yo seguiré esperando a que bajen y me pongan un tocado, en el backstage donde nos reencontraremos. Con más ganas que nunca.
Laura Afonso
Periodista y carnavalera
Comments