A estas alturas de la película, bien podríamos decir que Fiestas puede cambiar el motivo del Carnaval y llamarlo el “Carnaval de la incertidumbre” en lugar del de la “Ciencia Ficción”, aunque también es verdad que, lo que nos está ocurriendo, encajaría también en el motivo actual, con un virus maldito que parece haber venido de otra galaxia.
Ya son muchos los carnavales que uno lleva a sus espaldas y no recuerdo jamás haber atravesado el ecuador del mes de enero sin saber exactamente cuándo cantarán las comparsas, o cuándo será la final de murgas o si será necesario, o no, mostrar el certificado COVID para acceder al Recinto Ferial el día de la Gala.
Lo único que parece claro es que la fiesta en la calle va a tener que esperar a la edición del 2023, salvo que prospere la nada desechable idea de trasladar la fiesta al mes de junio y celebrar un Carnaval de Verano, con “permiso” del Puerto de la Cruz que lo hace el mes siguiente.
Lo único que parece claro es que la fiesta en la calle va a tener que esperar a la edición del 2023, salvo que prospere la nada desechable idea de trasladar la fiesta al mes de junio...
Pero es que, esta situación, es perfectamente comprensible dado el elevado grado de incertidumbre que nos está provocando la pandemia y no solo con el Carnaval, o es que acaso alguien sabría decirme cuándo vamos a volver a los valores económicos de antes de la pandemia, o si el sector turístico podrá salvar la campaña de verano, o si el virus mutará a una nueva variante más peligrosa o si por el contrario, trataremos la COVID19 como una enfermedad endémica como la gripe.
Ya no es solo el Carnaval, lo estamos viendo en el día a día con unas administraciones públicas que no paran de dar palos de ciego, de transmitirnos instrucciones cada vez más incoherentes; los propios científicos y estudiosos de la materia tampoco se ponen de acuerdo porque no ha habido tiempo material de estudiar las características de la variante OMICRON y en aquello en lo que hay algo de consenso, tampoco es que nuestros gobernantes se apoyen mucho en ellos a la hora de darnos indicaciones. Es una lástima asistir a esta cabalgata de decisiones carentes de sentido común que está provocando en la ciudadanía un coso apoteosis de desidia y hastío.
Es una lástima asistir a esta cabalgata de decisiones carentes de sentido común que está provocando en la ciudadanía un coso apoteosis de desidia y hastío.
Foto: I Love The World - febrero 2020 - Carnaval de Día
(Esta jornada se vió sorprendida por una calima intensa sobre las islas)
La decisión no es sencilla. Cualquiera que sea será mal vista por un sector u otro de la población. Si se celebra, reinará la opinión de que se está malgastando el dinero público y habrá quien no se cansará de dar la murga opinando que hablar de Carnaval, con la sexta ola a punto de ganar el concurso de las variantes, es pura utopía. Y si no se celebra, seremos pocos los que lamentaremos que no se valore la vertiente económica o cultural de nuestra fiesta más importante y, por mucho que hagamos más ruido que cualquier batucada, lejos de darnos la razón, nos tomarán por locos.
La decisión no es sencilla. Cualquiera que sea será mal vista por un sector u otro de la población.
En el periodo de tiempo entre 1936 y 1939, en plena guerra civil en nuestro país, fue lógica y natural la ausencia del Carnaval. Fueron tres años en los que, a pesar de que en Canarias no se escuchaba el ruido estremecedor de las bombas, muchos canarios habían partido a luchar al frente y los que aquí quedaron, no estaban para celebraciones.
Ahora es el silencio de un virus traicionero quien interpreta una partitura candidata a recibir el dudoso entorchado de superar la ausencia provocada por la guerra y, ante tanta incertidumbre a nivel mundial, solo cabe rezar para que así no sea.
Pedro Mengíbar
Presidente del Aula de Cultural del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife
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